Ayutthaya es uno de esos lugares donde se respira cultura. Y no es para menos, esta ciudad cuenta con más de 650 años de historia. Durante 400 años fue la capital del reino de Siam. Sus ruinas fueron reconocidas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1991.
Si se viaja a Tailandia y se hace una parada en Bangkok, un día hay que dedicarlo a visitar estas ruinas. A apenas 76 km de distancia podremos pasar un día recorriendo estos templos. La forma más fácil de llegar es contratando un tour que nos lleve hasta Ayutthaya y hacer un recorrido turístico por la ciudad, pero esta opción no es la más económica y no a todos nos gusta hacer visitas organizadas. Nosotros nos decidimos por ir en unas furgonetas que salen desde la estación de autobuses que está al lado del Centro Comercial Century the Movie Plaza. En más o menos una hora llegamos a Ayutthaya por un precio más que razonable (60bat = 1,50€).
Llegar hasta la estación de autobuses no es complicado, nosotros no sabíamos muy bien dónde estaba así que nos subimos a un tuk-tuk, le explicamos que queríamos ir a la estación de buses para ir a Ayutthaya y nos llevó directos. Allí fuimos preguntando a la gente y sin problemas acabamos sentados en la furgoneta esperando que fuera la correcta!
Una vez en las ruinas de la ciudad (cuidado no confundirse con la actual ciudad de Ayutthaya) podemos movernos por allí alquilando una bicicleta, una moto o lo más común, en un tuk-tuk. Por unos 200bat la hora podemos contratar un tuk-tuk para que nos lleve a los sitios más alejados de la ciudad.
Pero antes de empezar la visitar, un poco de historia para ponernos en situación. La antigua capital tailandesa fue fundada en 1350, y fue el centro neurálgico del reino de Siam. A finales del siglo XIV Ayutthaya estaba considerada la mayor potencia del sudeste asiático, con más de 1 millón de habitantes. Su situación geográfica a medio camino entre China, India y Malasia hizo que se convirtiera en un enclave estratégico para el comercio. Fue reinada por 35 reyes diferentes hasta que en 1767 fue destruida por los ejércitos Birmanos.
Nosotros primero fuimos a pie a visitar las ruinas más cercanas de este parque histórico. Para entrar en algunos sitios hay que comprar una entrada que sólo sirve para ese templo, no es una entrada general. Todas las entradas son iguales, lo único que cambia es el sello que estampan al entrar. El precio es de 50 bat (1,20€) y podemos estar el tiempo que queramos dentro del recinto del templo.
Nuestra visita empezó con uno de los lugares que caracteriza esta ciudad: Wat Mahathat. En los jardines de este templo se encuentra una gran cabeza de Buda entre las ramas de una higuera, que por casualidad fue atrapando esta escultura y hoy en día es uno de los lugares más fotografiados de la ciudad.
Además de esta escultura, el templo cuenta con jardines, pagodas y templos para ver.
Muy cerca del Wat Mahathat podemos encontrar otras ruinas, las de Wat Ratchaburana. Estos restos datan de 1424, y aunque actualmente se encuentran en un proceso de restauración, podemos hacernos una idea de lo increíbles que fueron en su momento de esplendor.
Lo más característico de estas ruinas son sus dos torres, desde una de ellas se puede acceder a través de unas escaleritas estrechas a la cripta. Un lugar diminuto donde no caben más de dos personas! Aunque actualmente está vacía antes albergaba los restos de los hijos del rey, así como estatuas y objetos de valor que actualmente están en el museo Chao Sam Phraya.
Agotados por el calor y bochorno que hizo ese día decidimos contratar un tuk-tuk para que nos llevase a ver otros lugares de la ciudad. Es fácil encontrar tuk-tuks para que nos lleven de ruta por los lugares más conocidos, aunque lo mejor es decirles nosotros donde queremos ir. Llevar un mapa e ir señalando las ruinas y templos que queremos ver, sino nos llevaran a los lugares más alejados y se tendrá que pagar más al estar más tiempo dando vueltas y se verán menos cosas.
La primera parada que hizo nuestro tuk-tuk fue en el Wat Lokayasutharam. Aquí se encuentra una gran escultura de buda, reclinado, al estilo de Wat Pho de Bangkok, pero de menores dimensiones y tallado en cemento. Su cabeza descansa sobre una flor de loto y tiene 8 metros de altura y 37 de largo.
Continuamos el tour y antes de llegar al Wat Phu Khao Thong pudimos ver el monumento alzado en una plaza dedicado al Rey Naresuan, el Grande. Consta de una estatua de bronce del rey montado a caballo en el centro, rodeada de figuras de gallos. Este rey fue uno de los más venerados del reino de Siam, reinando entre 1590 y 1605. Como curiosidad, fue quien introdujo de forma obligatoria la práctica del Muai Thai en el ejército.
Un poco más allá de este monumento se encuentra el Wat Phu Khao Thong. Construido bajo el reinado del mismo rey Naresuan en 1395, este templo es famoso por su pagoda central. Se puede subir y tener unas buenas vistas del monasterio Phukhao Thong, que está justo al lado.
Este monasterio se puede visitar, aunque no es uno de los más bonitos, y teniendo en cuenta que hay cosas mucho más bonitas en esta ciudad, si volviera no perdería el tiempo aquí. En su interior pudimos ver más budas, uno de ellos cubierto con una piel de tigre…curioso!
Aquí terminó nuestra visita, de vuelta hasta donde la furgoneta nos recogió todavía vimos unas ruinas, aunque no sé decir con certeza su nombre.
Se nos quedaron algunas cosas por ver, como el Wat Yai Chaya Mongkol, el Gran Palacio Viharn Phra Mongkol Bophit, o el Wat Phra Si Sanphet. Pero como yo digo, siempre hay que dejar algo para tener una razón para volver!
De vuelta a Bangkok tuvimos un pequeño percance, pinchó una rueda de la furgoneta! Pero sin más contratiempos llegamos a la capital tailandesa para descansar y reponer fuerzas para seguir nuestra ruta por Tailandia!!
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