Desde Petra seguimos nuestra ruta en el coche de alquiler para llegar a la capital de Jordania, desde donde teníamos nuestro vuelo de vuelta. Pero de camino a Ammán paramos en el Mar Muerto! Está entre Jordania e Israel, situado a 416,5 m por debajo del nivel del mar y aunque se le denomina mar, realmente es un lago. Ocupa una superficie de 810 km² y su alta concentración de sal hace que se pueda flotar sin esfuerzo alguno!
Además de sal, sus aguas contienen cantidad de minerales beneficiosos para la piel, otro motivo para bañarse en él, y por el que se venden cremas y demás productos por doquier.
Para acceder al agua casi todo son resorts y hoteles, en los que hay que quedarse a dormir para poder bañarse, o pagar una entrada bastante cara. Las zonas de libre baño son bastante difíciles de acceder, con pendientes y muy rocosas, así que nos decidimos por ir a la playa pública de Ammán, donde también se paga entrada, pero no tan cara, unos 25 JOD. No es barato, pero merece la pena la experiencia. Aunque en la zona están acostumbrados a ver a chicas en bikini, sí decir que se llama la atención…incluso en algún momento me sentí incómoda. Os aconsejo mejor ir en bañador.
Después de nuestro primer bañito nos untamos de barro, también muy bueno para la piel! Se pagan unos pocos dinares y te dan un cubo con barro negro. Después hay que esperarse a que se seque y volver al mar para limpiarse.
Ya sin barro fuimos a los vestuarios a ducharnos con agua fría…no tenían agua caliente! Aunque era invierno, al estar por debajo del nivel del mar, la verdad es que no hacía frío, pero tampoco calor! Unos 22ºC o así… y la duchita de agua fría nos dejó congelados! Subimos de nuevo a nuestro coche y pusimos rumbo a Ammán, a una hora y media de camino. Allí nos alojamos en un hostal cerca del centro.
Al día siguiente salimos a descubrir la capital, y, aunque no es una ciudad muy bonita, sí tiene algunos puntos que merecen la pena ver, como el templo de Hércules y el anfiteatro romano.
En medio de casas y más casas, en la zona alta, se encuentra la Ciudadela, y en ella las ruinas del Templo de Hércules sobresalen sobre las demás.
Junto a las ruinas se encuentra un museo arqueológico muy interesante. También se puede ver el anfiteatro romano desde arriba, inmerso en el mar de casas de la ciudad.
Bajamos hasta la plaza principal de la ciudad para poder ver el anfiteatro de cerca. Se puede ir a pie sin ningún problema.
En la misma plaza hay acceso al museo de Amán, que te lleva a otro pequeño anfiteatro.
Recorrimos algunas calles por detrás del anfiteatro, donde hay mercados de artesanías, y también la mezquita principal.
Y aquí terminó nuestra visita por esta ciudad, que si se está de paso, algo se puede ver, pero la verdad no aconsejamos ir adrede! Jordania tiene muchas otras cosas que ofrecer que personalmente nos gustaron más, como bucear en el mar rojo, su desierto Wadi Rum, la famosa Petra o el mar muerto!