Al día siguiente salimos a descubrir la capital, y, aunque no es una ciudad muy bonita, sí tiene algunos puntos que merecen la pena ver, como el templo de Hércules y el anfiteatro romano.
En medio de casas y más casas, en la zona alta, se encuentra la Ciudadela, y en ella las ruinas del Templo de Hércules sobresalen sobre las demás.
Junto a las ruinas se encuentra un museo arqueológico muy interesante. También se puede ver el anfiteatro romano desde arriba, inmerso en el mar de casas de la ciudad.
Bajamos hasta la plaza principal de la ciudad para poder ver el anfiteatro de cerca. Se puede ir a pie sin ningún problema.
En la misma plaza hay acceso al museo de Amán, que te lleva a otro pequeño anfiteatro.
Recorrimos algunas calles por detrás del anfiteatro, donde hay mercados de artesanías, y también la mezquita principal.
Y aquí terminó nuestra visita por esta ciudad, que si se está de paso, algo se puede ver, pero la verdad no aconsejamos ir adrede! Jordania tiene muchas otras cosas que ofrecer que personalmente nos gustaron más, como bucear en el mar rojo, su desierto Wadi Rum, la famosa Petra o el mar muerto!
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